Lo nuestro era un ocaso
con tintes de color azul.
Un día de verano sin eneros,
una noche de enero sin domingos.
Lo tuyo era el escondite.
Lo mío, un usado corazón.
Ay, ¿dónde estás?
No te veo.
Y mis manos escaparán de mí
hasta saber pedir auxilio.
Ay, ¿a dónde vas?
No te encuentro.
Y eres ser de silueta borrosa
entre lluvia y aguacero.
Ay, ¿dónde te veo?
Si ya no estás.
Si ya no quedas cerca.
Si ya me tienes lejos.
Será que todavía eres amada,
será que tu calor hace frío,
será que, entre nos, ya no te quiero.
Y aun así, yo te seguiré esperando,
como quien está harto de la vida
pero no se cansa
de vivir.